Hay quien dice que los perros le aúllan a la luna porque se sienten solos. Otros afirman que es porque llevan en sus entrañas un núcleo salvaje, de lobitos indomesticables.

Lo cual, al fin de cuentas, es lo mismo.

Nosotros no sabemos por qué lo hacen, pero sí que no pueden dejar de hacerlo.

Como nos sucede a nosotros, que un día descubrimos nuestros propios aullidos y decidimos compartirlos.

Desde esa vez, nos parece que hay menos noches de cielo encapotado, y que la luna brilla con un resplandor más cálido...